Hoy es muy difícil basar la competitividad de un establecimiento única y exclusivamente en los productos y servicios que oferta. La complicada situación de la distribución comercial actual, “OBLIGA” al comerciante a dotar al punto de venta de elementos distintivos capaces de llamar la atención, despertar el interés y generar en los potenciales clientes, el deseo de entrar y comprar.
viernes, 8 de mayo de 2009
el famoso emporio de joyería TIFFANY
El famoso emporio de joyeria “TIFFANY”
El famoso emporio de joyeria “TIFFANY” fue fundada en 1837 por Charles Lewis Tif¬fany y su cuñado, John B. Young. Inició su recorrido con el nombre de Tiffany & Young. El 21 de septiembre de ese año, con la llegada del otoño, estos emprendedores abrieron las puertas de su local sobre la calle Broadway, ya instituida como una de las más destacadas de la siempre glamorosa Nueva York. Aquel día, la caja recaudó la insólita suma de... ¡4,98 dólares!
La inversión inicial del negocio fue de sólo 1000 dólares, aportados por el padre de Charles. Sin embargo, hacia 1870, el panorama de la firma ya empezaba a perfilar lo que sería su imagen actual. Ese año, su denominación cambió siguiendo los pasos del mercado, y pasó a nombrarse Tiffany & Co. Para ese entonces ya se habían mudado a la esquina de la Calle 15 y Broadway, en Union Square.
A finales del siglo XIX, la fortuna personal de Charles Lewis Tiffany ascendía a 11 millones de dólares y la firma tenía locales, entre Londres, París y Ginebra. Charles tenía absoluta fe en la idea de que todo lo que pasara en Tif¬fany & Co. debería no sólo tener la más fina calidad en los materiales, sino que además debía deslumbrar con los mismos atributos en cuanto al diseño. Incluso tenía una gran percepción en cuanto al material de publicidad y marketing. Tanto es así que no fue sorprendente que el 24 de marzo de 1900, cuando el alcalde Robert Van Wyck inauguró la red de subterráneos de Nueva York, lo hizo con una bellísima espada de plata hecha a mano.
Quienes tuvieron un rol decisivo a la hora de imponer la marca como sinónimo de elegancia fueron los diseñadores George Paulding Farnham y Louis Comfort Tiffany, hijo del fundador. Con ellos la marca comenzó a cautivar al público en las principales exposiciones de joyas que se hacían a principios del siglo XX. No sólo creaban esos accesorios que toda mujer desea lucir, también diseñaban objetos para los hogares.
En la década de los 20, luego de la Primera Guerra Mundial, los locales de Tiffany eran frecuentados por gente de la realeza y de la más alta clase social de muchos países.
Sus diamantes eran los más codiciados. Sin embargo, esta empresa no escapó de la crisis del 30. En enero de aquel año, en París, se vendieron tan sólo tres collares; balances similares tuvieron las otras tiendas.
Con un mundo que veía los comienzos de la Segunda Guerra Mundial, en 1940 la firma llegó a la Quinta Avenida. Los medios de ese momento destacaban la luz que emanaba de los zafiros, las esmeraldas y los miles de piedras que podían observarse en ese nuevo espacio. Luego de Pearl Harbor, parte de la fábrica estadounidense de la empresa fue dedicada a la producción de elementos de guerra; pese a ello, la imagen de Tiffany siguió asociada a la moda.
Los años transcurrieron y llegó la explosión mediática. La carismática Audrey Hepburn se puso en la piel del personaje de Capote, periodista que escribió “Desayuno en Tiffany´s”, y ya nada fue igual.
Audrey HepburnEntre otros diseñadores, Paloma Picasso realizó joyas para Tiffany en los 80. Y desde 1974, el nombre indiscutidamente asociado a la joyería de lujo es el de Elsa Peretti.
Atraer, y mucho, ha sido siempre el secreto de Tiffany. Entre sus históricos clientes se encuentan Abraham Lincoln, Richard Burton y Liz Taylor, y ahora Madonna, John Travolta y Ronaldo mueren por sus encantadoras propuestas. El cuidado por las formas, las más fascinantes piedras preciosas y la elegancia de los detalles sigue intacto.
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