Gestión de precios: Cómo
evitar que tus clientes piensen que tu tienda es cara
Confundir precio y
valor
El precio es un elemento importante para
decidir una compra, pero no es el único. En los últimos años esta importancia
ha ido en aumento, y ello ha provocado la proliferación de guerras de precios
hasta llegar a un punto en el que ya es realmente difícil llamar la atención
del cliente.
Además, muchas de estas promociones,
descuentos y ajustes de precio no han causado el efecto deseado, que no es otro
que el aumento de las ventas. Uno de los motivos de la falta de resultados de
estas políticas de precio surge de una confusión muy frecuente: el significado
diferente que tiene el concepto de precio para el vendedor y el cliente.
Precio y valor. Generalmente, cuando un vendedor,
comerciante o gestor de un negocio se refiere al precio, piensa principalmente
en la cantidad de dinero que un cliente debe desembolsar a cambio de la
adquisición de un producto o la prestación de un servicio. Pero, como decía
antes, hay más elementos que intervienen en una compra y algunos de ellos son
los que marcan las diferencias. Cuando sumamos al precio estos elementos
diferenciales hablamos de valor. Como algunos de los elementos diferenciales
que intervienen en una venta son intangibles y subjetivos, es más correcto
hablar de valor percibido, y suele ser lo que valora el cliente.
Relación precio-calidad y precio-valor. El binomio precio-calidad se usa generalmente para comparar productos
diferentes. A través de esta comparación podemos comparar características o
valores tangibles del producto o servicio y suele ser uno de los argumentos que
maneja un vendedor para defender su producto. Por el contrario, la relación
precio-valor tiene en cuenta, como hemos visto antes, la cantidad de dinero que
un cliente debe desembolsar para obtener un valor determinado. La dimensión del
valor percibido la marcarán tanto los elementos tangibles, y por tanto
comparables y replicables, como los intangibles, casi siempre difíciles de
comparar y de copiar.
La relación
precio-valor
Se puede aumentar la relación
precio-valor de dos maneras: aumentando el valor o bajando el precio.
Aumentar el valor. Según el tipo de venta, hay otros
aspectos de la compra que pueden ser más importantes que una diferencia de
precio, como la rapidez y la comodidad del proceso de compra, buena atención al
cliente, variedad de elección, decoración del local, facilidad y gratuidad del
aparcamiento, variedad de formas de pago y financiación, posibilidades de
completar otras compras en una misma visita, nivel de conocimiento del
prestador de un servicio, garantías y servicios añadidos, etc. Todos estos
aspectos pueden neutralizar ciertas diferencias de precio y, además, constituir
la propuesta de valor de un negocio: aquellos elementos que lo diferencian de
otras propuestas y lo hacen único e inimitable.
Actuando sobre el precio. El recurso más
extendido es el de bajar el precio. Sin embargo, en ciertos sectores los
márgenes son tan ajustados que las diferencias son mínimas. Este aspecto no es
menor ya que, al bajar los márgenes, se precisa de un mayor número de ventas
para conseguir el mismo beneficio. Por lo tanto, se dificulta el desvío de
recursos a otras acciones que podrían aumentar las ventas, como la publicidad o
la mejora de la experiencia de compra. Lo peor es que, como veremos después,
las diferencias de precio también son relativas en función del tipo de compra,
periodicidad e importancia, por lo que en muchas ocasiones se está actuando
sobre un elemento que, al final, no elevará demasiado las ventas pero agravará
los problemas financieros.
Elementos relativos a
la gestión de precios
Espero poder escribir en otro momento
sobre las maneras de aumentar el valor. Mientras tanto, quiero indicar que,
aunque haya posibilidad de aumentar el valor y se trabaje en ello, es
conveniente tener en cuenta que hay ciertos elementos relativos a la gestión de
precios que pueden intervenir en la percepción que el cliente tendrá del
precio. Curiosamente, alguna de las medidas más utilizadas en relación a dicha
gestión consiguen el efecto contrario al buscado: frenar la venta o
dificultarla.
Precios e información. Aunque es obligatorio en muchos
negocios, aún es frecuente encontrar escaparates y lineales en los que no se
indican los precios ni la información. Cuando un comprador no encuentra los
precios a la vista suele pensar que la razón de esta falta es porque los
precios son altos. En cuanto a la información, su falta restará al cliente
algunos de los elementos que necesita para dar valor a los productos que tiene
a la vista.
Precios y competencia. Como en otros aspectos, hay que conocer
bien a los competidores y saber qué productos y qué precios están ofreciendo al
mismo nicho de mercado en el que se compite. Tras los últimos años de crisis
económica, no hay que descartar a otros competidores que históricamente hayan
ocupado un posicionamiento más bajo, ya que en algunos sectores han cambiado de
manera importante las prioridades de los compradores que han visto muy reducida
su capacidad adquisitiva. Por supuesto, no hay que olvidarse de los
competidores online.
Descuentos y facilidad de cálculo. En ocasiones se
anuncian porcentajes de descuento como atractivo para la compra. Sin embargo,
si no se facilita el precio final una vez aplicado el descuento, se obliga al
cliente a efectuar operaciones mentales. Por mucho interés que éste tenga en
los productos ofertados, esto supondrá un freno para el comprador potencial,
especialmente en aquellos porcentajes más difíciles de calcular.
La periodicidad importa. La importancia de la
diferencia de precio será relativa en función de la periodicidad de la compra.
Así, una compra puntual puede tener más posibilidades de salvar una diferencia
de precio que otra que tenga que hacerse con regularidad. De la misma manera,
una pequeña diferencia de precio puede ser decisiva en una compra periódica
(diaria, semanal, mensual, etc.)
El espacio comunica. La utilización del espacio en el
escaparate y en el lineal transmite una información que el cliente recibirá
desde lejos. Según este código, los productos de mayor precio disponen de más
espacio mientras que aquellos de precio más asequible o de menos importancia
tienen un nivel de concentración mayor. Esto quiere decir que, en ocasiones, se
está enviando la información contraria a la realidad cuando, por ejemplo, se
exponen demasiados productos de precio alto con el mismo nivel de concentración
que otros productos de precio muy inferior.
La calidad no es barata. Aunque cada vez es más
difícil que se dé una situación de este tipo por la gran competencia existente
en todos los sectores, un precio inusualmente bajo generará desconfianza. Si,
además, se intenta justificar su calidad de manera excesiva, la desconfianza
crecerá.
El precio como filtro. A la hora de estudiar a la competencia y
de ajustar los precios propios, hay que tener en cuenta que la función de
algunos precios es la de filtrar a ciertos clientes. Por ello, hay que
considerar los efectos que pueda tener un precio más alto o más bajo y, por lo
tanto, el tipo de cliente que atraerá o que “filtrará”.
Algunos precios son flexibles. Como en los hoteles
según la fecha, en ciertos servicios puede ser recomendable aplicar la
flexibilidad en los precios para, por ejemplo, bajar los precios en los
momentos de menos demanda y subirlos en los momentos de saturación, para tratar
de equilibrar dicha demanda. Es el caso de las peluquerías, que ofrecen sus
servicios a menor precio los días de menos demanda.
El rango de productos define. En ocasiones se juzga
como caro a un comercio cuando, en realidad, sus precios son competitivos pero
su rango de productos es corto o inadecuado. El rango de productos es la
diversidad de productos que ofrece un negocio o marca para cubrir una necesidad
concreta del mercado. Por ejemplo, un rango de productos puede ser la oferta
completa de fundas de iPhone que ofrece una tienda. En todo rango de productos
debería de haber, al menos, una oferta básica, otra media y otra premium. En el
caso que presento, los precios de la tienda pueden ser buenos pero la tienda
puede ser tachada de cara por no presentar oferta en la franja básica o por
concentrar la oferta en la franja premium.
La idoneidad de un precio depende de otras referencias de precio. En un post anterior comentaba la técnica
de ventas de David, el vendedor del programa de TV “Tu casa a juicio”.
Este vendedor inmobiliario partía de una primera información del cliente,
seleccionando mentalmente el producto y el precio más adecuado a sus
necesidades, para aplicar después su sistema de ventas. Éste sistema consistía,
básicamente, en ofrecer primero un producto ideal pero muy por encima del
precio óptimo, otro producto muy decepcionante pero muy asequible y, por
último, el “producto perfecto”, que reunía las mejores características y un
precio muy ajustado, resultando el más conveniente.
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