domingo, 2 de marzo de 2014

CUANDO EL CLIENTE MOLESTA

El cliente observaba desde cierta distancia, esperando alguna señal que evidenciara que alguien iba a hacerle caso. A unos metros estaba la escena que él presenciaba: un grupo de cuatro o cinco vendedores, chicos y chicas, debatían alegremente entre ellos sobre el disfraz de carnaval que iban a vestir en alguna especie de concurso en la tienda.

El cliente quería comprar un teléfono móvil. Quería gastarse su dinero en la tienda, dispuesto a llevarse un teléfono de última generación, pero allí estaba, de pie con una de esas maquetas de teléfono en las manos, aguantándolo con delicadeza para evitar que el cable de seguridad hiciera saltar la ruidosa alarma, aguardando a que alguien se interesara por él. Allí estaba, mirando fijamente al grupo carnavalesco.

Algo más alejado estaba yo, observando toda la jugada, con un sentimiento encontrado de estar pasándomelo en grande y de indignación por ver un cliente al que se está despreciando. Pero no es nada nuevo, lo he visto en numerosas ocasiones, incluso vivido en primera persona. Es de esas situaciones en la que incluso el cliente frustrado llega a interrumpir la animada conversación del corrillo con un “perdón que moleste”. Tiene guasa, el cliente pidiendo perdón por molestar porque quiere comprar algo. Increíble, pero esto está pasando.

Luego, mis amigos, el director regional o el director general visitan la tienda y todo el mundo es el mejor vendedor del momento. La escenificación teatral es perfecta, incluida la decoración en forma de horas extras para tener la tienda bien colocadita como si hubiera sido inaugurada el día anterior.

Pero luego las cifras son las que son, las que revelan que no se está vendiendo, las que anuncian que hay dificultades… las que muchas veces están evidenciando que el cliente tiene que pedir perdón cuando intenta comprar algo con un vendedor que le asesore.


Si el cliente tiene que pedir perdón, nada, está claro que no se ha entendido nada acerca de qué va este negocio, y mucho menos en plena revolución tecnológica. Muchas marcas se están jugando las castañas ahora, y muchas verán cómo llegará el día, a corto y medio plazo, en el que no tengan clientes que pidan perdón por molestar para ser atendidos. Simplemente ya no estarán allí, ya se habrán cansado de esperar.

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