miércoles, 4 de febrero de 2015


10 maneras en que los “marketeros” pueden parecer más listos de lo que son

marketerosLa de “marketero” es una profesión muy exigente en la que los que la desempeñan se ven a menudo forzados a impresionar a cuantos les rodean.
A veces los “marketeros” se las ingenian para levantar suspiros a su paso echando manos de su sabiduría y del conocimiento del tema que tienen entre manos. Pero en otras esa sabiduría se queda más bien corta y no queda otra que recurrir a “triquiñuelas” para simular erudición donde no hay en realidad tal erudición.
Si está habituado a tratar con “marketeros” y quiere saber si quien tiene delante sabe realmente de lo que está hablando o sólo está fingiendo, preste mucha atención a los trucos utilizados por los profesionales del marketing para parecer más listos que recoge a continuación iMedia Connection:
1. El lenguaje corporal
Simples gestos como inclinarse hacia adelante, no cruzar los brazos sobre el pecho, asentir y establecer contacto visual con el interlocutor son “mano de santo” para inspirar confianza.
2. La risa
El sentido del humor tiende a quedarse “ahogado” cuando quien lo tiene que desplegar, el “marketero”, se siente abrumado por su la escasa valía de sus conocimientos. Los “marketeros” más listos se las ingenian para sacar a flote ese sentido del humor yendo pertrechados a las reuniones con el cliente de un buen puñado de bromas inofensivas. Nada transmite más confianza al interlocutor que una ocurrencia bien ejecutada.
3. Tomar notas
Tomar notas mientras el interlocutor habla es uno de los uno de los trucos más viejos (y efectivos) utilizados por los maestros del viejo arte de parecer más importante de lo uno es.
4. Buscar datos concretos
Los “marketeros” que acuden a las reuniones con el cliente con sus ordenadores, tabletas y smartphones apagados y que echan mano de ellos para buscar algún dato y estadística concreta transmiten una imagen profesional al interlocutor.
5. Usar un “salvavidas”
Las personas inteligentes se rodean a sí mismas de personas inteligentes. Por eso los “marketeros” más avispados acuden a sus reuniones con el cliente con algún “salvavidas” en la recámara.
6. Memorizar algunas estadísticas
Nada impresiona más que una estadística relevante. Los “marketeros” verdaderamente astutos se preocupan de memorizar estadísticas para arrojarlas en el momento más oportuno a sus interlocutores.
7. Citar a alguien
Puede parecer a priori un truco tonto, pero las citas de celebridades, pronunciadas en el momento justo, obran auténtico milagros en el universo “marketero”.
8. Referirse a antiguos clientes
Las experiencias (positivas) con antiguos clientes son el cebo utilizado por muchos “maketeros” para hacer morder el anzuelo a clientes potenciales.
9. Hacer preguntas
Las preguntas son excelentes disfraces de la ignorancia en las reuniones “marketeras”.
10. Admitir la ignorancia
En ocasiones, y por muchos trucos que el “marketero” se guarde bajo la chistera, no queda otro remedio que utilizar la vieja estratagema de confesar la propia ignorancia. Cuando están acuciados por preguntas que son incapaces de responder, la mejor salida para los “marketeros” es decir la verdad e intentar redirigir la conversación hacia temas en los que se sienten más cómodos.
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Colores aproximados del Test de Lüscher


Lüscher advierte con la práctica que existen cuatro colores primarios psicológicos los cuales se pueden dividir a su vez en dos pares: los colores heterónomos y los autónomos.

Los colores heterónomos son el Azul y el Amarillo, que representan la noche y el día respectivamente. Es decir el ciclo diario de luz y oscuridad. Estos son factores que gobiernan al hombre, es decir impuestos desde el medio ambiente, de afuera. Por lo tanto, el azul representa la tranquilidad, la pasividad, el reposo y el relajamiento general de la actividad metabólica. Por el contrario, el amarillo sugiere la luz del día, y representa la posibilidad de acción, de actividad, y una estimulación glandular. Sin embargo estos colores no obligan estas acciones, si no que las sugieren.

Los colores autónomos el Rojo y el Verde representan la actividad ataque-defensa del organismo. El rojo como acción externa dirigida a conquistar y adquirir. El verde como autoconservación, defenderse de los ataques y sobrevivir. Las acciones de defensa (Verde) y ataque (Rojo) están bajo el control del individuo se denominan colores autónomos o autorreguladores.

Max también formula en su teoría que la capacidad para distinguir los colores empieza con el contraste, es decir, colores claros y colores oscuros (de forma similar a Goethe). La diferenciación, su denominación y cualquier reacción estética hacia los colores son funciones de la corteza cerebral: el resultado del desarrollo y la educación más que una respuesta de reacción y del instinto. Por otra parte las funciones instintivas y reflejas obran en el cerebro medio, en función del contraste y afectan a los sistemas físicos y glandulares mediante la pituitaria.


Psicología funcional

Las teorías que relacionan la elección cromática con la psicología de la personalidad reciben el nombre de psicología funcional. En el test de los colores (de Max Lüscher) la estructura de un color es constante, es decir siempre tiene el mismo “significado objetivo”. La “función”, por otra parte, es la actividad subjetiva hacia el color, y ésta varia de una persona a otra, y en ésta se basan las interpretaciones del test.

Los significados de los colores (tonos del test Lüscher de 8 colores) en resumen son:

Azul (grisáceo): Representa la profundidad de sentimiento y es un color concéntrico, pasivo, asociativo, heterónomo, sensible, perceptivo, unificador. Sus aspectos afectivos son la tranquilidad, satisfacción, ternura, amor y afecto.

Verde (con algo de azul): Representa la constancia de voluntad y es un color concéntrico, pasivo, defensivo, autónomo, cauteloso, posesivo, inmutable. Sus aspectos afectivos son la persistencia, autoafirmación, obstinación, y la autoestima.

Rojo (con algo de amarillo, es decir anaranjado): Representa la fuerza de voluntad, y es excéntrico, activo, ofensor-agresivo, autónomo, locomotor, competitivo, eficiente. Sus aspectos afectivos son la apetencia, excitabilidad, autoridad y la sexualidad.

Amarillo (saturado algo claro): Representa la espontaneidad y es excéntrico, activo, planificador, heterónomo, expansivo, ambicioso e inquisitivo. Sus aspectos afectivos son la variabilidad, la expectación, la originalidad, el regocijo.

Gris (neutro psicológico, con mucho blanco): Representa la neutralidad y es separador, imparcial, aislante, ausente de compromiso.

Marrón (algo claro): Representa la receptividad sensorial pasiva y es físico, receptor sensorial físico, seguro, sociable, dependiente.

Negro: Representa el límite absoluto y es negación, renuncia, abandono, extremo, rechazo, extinción, temor.

Violeta (rojizo): Representa la realización de los deseos y es irresponsable, intuitivo, sensible, inmaduro, afectivo, mágico.

La percepción objetiva del color es idéntica para todos. Sin embargo, hay quienes rechazan, sienten indiferencia o por el contrario simpatía o atracción. Dependiendo del estado anímico de ese momento, acepta o ignora una determinada sensación, por ejemplo la percepción de un color. Un color que se considera bonito se acepta, es decir, corresponde con su estado de ánimo. En la gran variedad de colores pueden reflejarse la cantidad de matices emocionales que existen. El color es por lo tanto, de forma similar a la música, un lenguaje de los sentimientos, altamente diferenciado. Los colores son sentimientos visualizados.

Por regla general:

Los azules se corresponden a los sentimientos (emociones), por lo tanto también a las relaciones sentimentales ya sean de amistad o conyugales.

Los verdes caracterizan el autocontrol, la fuerza de voluntad y la capacidad de disfrutar.

Los rojos representan la actividad, las iniciativas y reacciones ante los desafíos.


Los amarillos nos indican la actitud ante el futuro, los nuevos acontecimientos, las expectativas

10 ejemplos de publicidad que intentan ‘engañar’ a tu cerebro
El cerebro y la mente humanos trabajan de formas asombrosas, y entender su funcionamiento puede ser la diferencia entre lograr una estrategia de comunicación exitosa o no.
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De esta manera, por ejemplo, vale la pena reconocer que nuestro cerebro procesa 60 mil veces más rápido las imágenes que el texto con lo que el 90 por ciento de la información que asimila es visual, de acuerdo con información publicada por Inc.
Asimismo, el cerebro humano está “programado” de nacimiento para identificar rostros humanos y completar información tanto en texto como imágenes para que aquello que una persona mira cobre sentido.

En el mundo de la publicidad, este tipo de “secretos cerebrales” permiten desarrollar ejecuciones de comunicación que con pocos elementos logran transmitir un mensaje claro y directo al “engañar” al órgano más inteligente del cuerpo humano.